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Revista INTERACCION
No. 22
Créditos
| Carta de CEDAL a los Lectores | Indice:
Revista No. 22
Comunicación para la
Paz
La convivencia pacífica
en los medios,
una cuestión de subsistencia
Por : Juan Carlos Pérez Bernal
Director del noticiero Todelar y Docente Universidad de la sabana
"O
cambiamos o nos cambian", dijo en su oportunidad el entonces presidente
del Congreso de la República, Fabio Valencia Cossio.
Casi dos años después de haberse pronunciado la premonitoria
frase, está demostrado que las cámaras no cambiaron por
su propia voluntad y entonces ahora todo indica que el cambio se hará
a la fuerza o, en el mejor de los casos, a regañadientes.
Eso le está pasando hoy a una de las
instituciones más cuestionadas en la vida del país. La mayoría
de colombianos coincide en que al Congreso le llegó la hora de
las transformaciones.
Y, claro está, surgen muchas preguntas
sobre el futuro de otras instituciones, si bien menos cuestionadas, también
en el ojo del huracán. Por ejemplo: ¿Los medios de comunicación
están en trance de cambio?. ¿Están cumpliendo ese
compromiso histórico que les corresponde en un país agobiado
por la violencia y por la desesperanza?. ¿Están aportando
soluciones y señalando el camino hacia la convivencia pacífica?.
Estas preguntas pueden ser el punto de partida
para evaluar lo que está pasando con nuestros medios masivos de
comunicación.
El debate, por supuesto, no es nuevo. Las
posiciones van desde quienes creen que todos los problemas del país
se originan en la forma como los medios cubren el conflicto armado, hasta
quienes consideran que estos simplemente son el fiel reflejo de una realidad
y, en ese orden de ideas, están cumpliendo de manera cabal con
su deber de informar.
Claro está, se trata de posiciones extremas que, como tales, de
alguna manera se tocan. Sin embargo, hay otros elementos de juicio, diría
yo más valiosos, que nos ayudan a centrar el análisis sobre
el papel de los medios.
Así las cosas, no podemos perder de
vista que son medios de comunicación social. De allí se
deriva un claro compromiso con el tejido sociopolítico del país.
Para que los comunicadores y periodistas dimensionemos
el reto que tenemos al frente, debemos entender primero que más
que una labor informativa estamos desarrollando una tarea pedagógica
de profunda repercusión en el país.
De ahí se desprende un gran compromiso
que no se puede echar por la borda, con argumentos como el síndrome
de la chiva, el afán de rating o el compromiso con la fuente.
Equilibrio informativo
Para el avezado periodista - y uno de los exiliados
de la guerra- Hernando Corral, "es necesaria la independencia de
la fuente, sobre todo cuando ésta es uno de los actores del conflicto".
La observación es complementada por
el experto en medios Javier Darío Restrepo, cuando advierte que
"un militar que está proporcionando información no
está informando, está ejecutando una operación psicológica".
Aunque los anteriores planteamientos se han
vuelto lugares comunes en las discusiones entre reporteros, resulta bastante
claro que con gran frecuencia el periodista en Colombia no toma suficiente
distancia de sus fuentes de información.
Por consiguiente, el redactor en Colombia cae
de manera frecuente en uno de los más graves problemas e hijo del
conflicto armado , que consiste en no poder o no saber defenderse de los
que quieren sacar ventaja o de los que tratan de manipular la información.
Las razones son de variados estilos y van desde
la aparente necesidad de "cultivar la fuente" para obtener información
de primera mano -aquí no importa si esa información es amañada-
hasta el famoso caramelo de la primicia, fuente de seducción de
muchos comunicadores.
La falta de equilibrio se nota casi en todas
las informaciones sobre el desorden público aunque, en muchas oportunidades
el mismo comunicador es de alguna manera víctima de las circunstancias.
Durante un taller de comunicadores que se desarrolló
recientemente en El Socorro, Santander, se cuestionó, por ejemplo,
el que los directivos de los medios exijan al periodista desplazarse "como
pueda y a toda costa" al escenario de la noticia bélica.
Como es de suponer, la única forma de
hacerlo es utilizando un medio de transporte suministrado por uno de los
actores del conflicto.
"Con esto, los directivos ponen en entredicho la independencia informativa
del medio; a la vez los combatientes están violando el derecho
internacional humanitario en la medida en que permiten que los redactores
( que son civiles) se conviertan en sujetos de un ataque militar",
observó Carlos Ríos, jefe de prensa del Comité Internacional
de la Cruz Roja.
La consecuencia de este modus operandi es la
falta de compromiso del comunicador con la verdad - por cuanto sólo
nos está mostrando una sola cara de la moneda- y un periodista
que no está comprometido con la verdad, menos puede estarlo con
la convivencia pacífica porque, claro está, cada vez estará
generando más desconcierto, uno de los principales aliados de la
guerra.
...¿Y la convivencia pacífica?
Lo peor que puede pasarle a un país
en guerra es que se le vaya matando la esperanza. Y ese efecto psicológico
de masas se da en muchas oportunidades por cuenta de la falta de compromiso
social de los medios de comunicación.
Un rápido recorrido por los principales
medios informativos del país permite establecer que la convivencia
pacífica no es un tema que colma su atención.
Basta señalar cómo se utilizan
de manera ligera vocablos como "pesca milagrosa", "ajusticiamiento"
o "minas quiebra patas".
El primer término fue acuñado
por los comunicadores hace unos dos años a raíz del secuestro
colectivo dirigido por el guerrillero de las FARC conocido como Romaña,
en la vía al Llano. Aquí poco ha importado el que se le
dé a un hecho repudiable una connotación bíblica,
como si se tratara de un "Acto de Dios" o un "suceso de
la naturaleza", contra lo cual no
hay mucho qué hacer. Hay que destacar eso sí que algunos
medios han optado por llamar el delito como "pesca diabólica"
o "pesca tenebrosa".
Ni qué decir del famoso "ajusticiamiento"
que, en palabras del periodista Jorge Sánchez-Vargas, "presupone
la existencia de un sistema establecido -social- que provea los mecanismos
para quitar la vida de seres humanos. "Y no creo que se pueda aceptar
que cualquier grupo, por numeroso, poderoso o ubicuo que sea, califique
sus acciones homicidas como producto de una "justicia" que el
grueso de la sociedad deba aceptar como legítima".
Algo similar ocurre con el término
"minas quiebra patas", producto de un tratamiento folclórico
del lenguaje que, por esa vía, logra el efecto perverso de minimizar
un hecho atroz, que ha merecido la más alta condena por parte de
la comunidad internacional.
Estas son algunas muestras palpables de la
forma ligera como se trata la información sobre la guerra.
Sin embargo, hay que advertir que el problema
de fondo está relacionado con el manejo mismo de la información
de orden público, con el cual se privilegia el hecho destructivo
sobre aquel que nos ayuda a construir país.
"Los medios se denominan así mismos
espejo de la realidad, pero pasan por alto que un espejo nos muestra mucho
más que lo desagradable", observa Carlos Eduardo Martínez,
de la Red de Iniciativas por la Paz.
Recordamos con cierta desazón cómo
para los medios prácticamente pasó inadvertida la entrega
del Premio Príncipe de Asturias al Instituto Caro y Cuervo, en
una pomposa ceremonia celebrada en Madrid, España.
En aquella oportunidad la "noticia"
que mereció despliegue fue el ocasional encuentro en ese mismo
certamen del Presidente de Colombia, Andrés Pastrana, y el ex Presidente
Ernesto Samper, cuyas diferencias son bien conocidas. Es decir, se le
dio más importancia a lo anecdótico o a la noticia-espectáculo
que a un hecho que fue destacado con lujo de detalles por la prensa internacional,
porque son muy pocas las entidades, como el Caro y Cuervo, que dedican
más de cien años a construir el Diccionario del Régimen
de la Lengua Castellana.
Algo similar ocurre todos los días con
tantos hechos valiosos producto del ingenio, la creatividad y la recursividad
de los colombianos que, no obstante, apenas sí merecen un registro
de tres párrafos en las páginas interiores de nuestros medios.
Debido a ese criterio, pocos colombianos conocemos
obras tan encomiables como las granjas integrales autosuficientes, ejecutadas
con las uñas pero con mucho ingenio por la Fundación Hogares
Juveniles Campesinos.
Así las cosas, la propia sociedad colombiana
ha empezado a reaccionar. Columnas como la del padre Alfonso Llano en
el diario El Tiempo preguntándose "¿Qué hacemos
con los medios?", campañas como la del Acuerdo por la Discreción
, promovida por la Universidad de La Sabana o iniciativas de ciudadanos
inconformes que han llegado a promover un "apagón" generalizado
de medios, están dando la vos de alerta.
..."O cambiamos o nos cambian"
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