Comunicación Educativa
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Revista INTERACCION
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LA MUJER
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julio sierra Domínguez
Hablar
de la mujer es sentir la expresión plena de la belleza conjugada
en una sola gota. Volver a sentir el arrullo de brazos tiernos cuando
apenas buscamos el primer sueño. Amamantar ilusiones. Despuntar
el día y pedir pan a la luna cuando la noche apenas comienza.
Hablar de la mujer es enlazar las manos para que florezca el amor. Sentir el corazón palpitante en todo el cuerpo. No dormir. Adelantar el día. Recrear los espejos. Acariciar el alma. Jugar con el tiempo.
Hablar de la mujer es correr por las calles haciendo trampolines de mil travesuras juntas. Sentir que la semilla ha germinado y que su rostro tiene nuestro rostro y las bondades de un poema abriendo un pétalo en flor.
Hablar de la mujer es haber sentido la plenitud
de un paraíso que nunca hemos perdido
y donde el amor es la plenitud del gozo
De aquí en adelante, florecen otros soles y otras lunas y el universo entero proclama el sentimiento profundo del ser que acompaña nuestros sueños y nuestras realidades
Como madre, como compañera, como hija,
La mujer, desde todos los tiempos, hace de su cuerpo un templo que proclama el milagro de continuar la creación desde el contexto que le radicó su creador. No en vano, el hijo de Dios prefirió el seno de una mujer para iniciar el proceso de una redención.
No hay mujer antigua ni mujer moderna. No hay mujer buena ni mujer mala. No caben los apelativos ante su majestad. La mujer es una aunque las circunstancias y el ropaje de esas mismas circunstancias la presenten ante los ojos de la cara como si fuera diferente. La mujer es una y su esencia es el amor. Ya esta bueno. No lo dudemos más.
El paraíso de viejos tiempos aún
espera el calor ardiente de su reina.
Pero ahora es tarde.
La mujer amerita su trono en cada uno de nuestros hogares.
Bendito el Dios que nos dio una mujer como compañera del camino. La única guía que sabe por donde se sube al cielo sin perder la mente, teniendo los pies sobre la tierra y apareciendo, en cada mañana, como un ser de carne y hueso, que vuela como las aves porque tiene liviana el alma.
Si algún pensamiento trae un esquema
que se sale de esta propuesta
No te confundas.
Riega de nuevo el amor.
Al día siguiente aparecerá el desierto florecido y encontrarás
frutos de amor.
No podemos continuar pidiendo peras al árbol
de mango.
Mucho menos si nunca hemos amado.
Arregladas las cargas, ven y cantemos juntos el canto que hace de la mujer el centro de un concepto de vida con aspiraciones nuevas, donde la equidad social y cultural tenga una medida justa para medir el paso de la mujer. Basta de tanto desinterés por su obra.
¿Acaso la memoria no alcanza para ver el trayecto de su buena siembra?
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