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La
interculturalidad es un fenómeno tan viejo como la propia
humanidad, sin embargo parece que en los últimos años
tanto la comunidad científica como la opinión pública
coinciden en la importancia de este fenómeno. Sin pretensiones
de exhaustividad quisiera señalar tres circunstancias que
propician esta tendencia. La primera, hace referencia a los fundamentos
de la ciencia que trata la teoría del conocimiento. La segunda,
recoge uno de los hechos que parece marcar los signos de nuestros
tiempos: la globalización. La tercera circunstancia, relacionada
con la anterior, es quizás la más visible en la vida
cotidiana; se trata de las migraciones.
a) La epistemología
La cultura ha irrumpido con gran fuerza en las ciencias sociales.
Como afirma Morin (1994a:73-74) "La cultura, que es lo propio
de la sociedad humana, está organizada y es organizadora
por el vehículo cognitivo que es el lenguaje, apartir del
capital cognitivo colectivo de los conocimientos adquiridos, de
las habilidades aprendidas, de las experiencias vividas, de la memoria
histórica, de las creencias míticas de una sociedad.
Así se manifiestan las 'representaciones colectivas', la
'conciencia colectiva', la ‘imaginación colectiva'. Y a partir
de su capital cognitivo, la cultura instituye las reglas/normas
que organizan la sociedad y gobiernan los comportamientos individuales.
Las reglas/normas culturales generan procesos sociales y regeneran
globalmente la complejidad social adquirida por esa misma cultura."
Además esta irrupción ha modificado la propia teoría
del conocimiento. "La ciencia, los procesos culturales y la
subjetividad humana están socialmente construidos, recursivamente
interconectados: constituyen un sistema abierto. Precisamente, de
estas interfases, de sus descentramientos y conflictos surgen aquellas
configuraciones científico-culturales complejas que conforman
el espíritu que atraviesa una época."(Fried Schnitman
1994:18).
Creo que se puede aceptar que en las
ciencias sociales estamos en una situación pluriparadigmática.
Se produce la coexistencia de teorías alternativas que no
son necesariamente complementarias, pueden ser incluso contradictorias.
Todo lo dicho no resta valor a las teorías y los paradigmas
clásicos, yo diría que simplemente les resta su valor
absolutista. Incluso se habla de un nuevo paradigma: el paradigma
de la complejidad. De todas las maneras, cuando se habla del paradigma
de la complejidad no hay que pensar en una revolución científica
kuhniana. Como afirma Morin (1997:143), en primer lugar, "para
mí, la complejidad es el desafío, no la respuesta".
Sigamos recordando con Morin (994b:440) que "el pensamiento
complejo no es el pensamiento omnisciente. Por el contrario, es
el pensamiento que sabe que siempre es local, ubicado en un tiempo
y en un momento. El pensamiento complejo no es un pensamiento completo..."
Lo que se pretende con el paradigma de la complejidad no es un conocimiento
universal ni una teoría omnicompresiva. Se trata más
bien de hacer una aproximación que nos muestre la diversidad
y la complejidad de la realidad.
b) La globalización
Si
consideramos los climas de opinión actuales no podemos dejar
de hablar de la globalización. La otra cara de la globalización
económica y tecnológica es la interculturalidad (García
Canclini 1999). Pero la globalización no supone inevitablemente
uniformidad. Hoy en día, aparecen reivindicaciones identitarias
en todo el planeta (Castells 1988). Esto puede parecer contradictorio
con los fenómenos de mundialización, pero como afirma
Maalouf (1999:112) "Así, la época actual transcurre
bajo el doble signo de la armonización y la disonancia. Nunca
los seres humanos han tenido tantas cosas en común, tantos
conocimientos comunes, tantas referencias comunes, tantas imágenes
y palabras, nunca han compartido tantos instrumentos, pero ello
mueve a unos y otros a afirmar con más fuerza su diferencia."
En ocasiones uno tiene la sospecha que, como dice Maalouf (1999:125),
"En realidad, si afirmamos con tanta pasión nuestras diferencias
es precisamente porque somos cada vez menos diferentes." En cualquier
caso, sea como fuere, se está produciendo una creciente visibilización
del otro. Los contactos entre personas de distintas culturas aumentan.
El interés y la preocupación por la interculturalidad
es cada día mayor. Además la interculturalidad, fruto
de la globalización, no se da solamente en los contactos
interpersonales, se manifiesta sobretodo a través de las
industrias culturales. Precisamente si en un lugar se produce de
manera clara la actual tensión entre lo global y lo local,
éste es lo que en Latinoamérica han etiquetado como
"la audiovisualidad" (Bayardo y Lacarrieu 1999:215-286). Los productos
audiovisuales son un lugar clave de la comunicación intercultural
mediática. Los públicos se apropian, a partir de sus
patrones culturales locales, de productos transnacionales creados,
frecuentemente, a partir de referentes culturales distintos. Además
como señala en un reciente libro Gruzinski (2001) en los
productos de la cultura visual es donde más claramente se
manifiesta el mestizaje.
c) Las migraciones
Uno de los aspectos más llamativos en Europa, y que es el
gran reto de la interculturalidad, son los fenómenos migratorios
que vivimos actualmente. Hace unos años Jacques Le Goff (El
País Babelia, 30-VIII-1997, p.12) declaraba:
"Ahora somos conscientes de que uno de los grandes problemas del
siglo XXI será el de las relaciones entre las culturas, siendo
éste uno de los aspectos más trascendentes de los
que se ha dado en llamar "la mundialización". Los movimientos
migratorios y los contactos entre las culturas, hecho que empezó
en el siglo XVI, están a punto de acelerarse. Afortunadamente,
las oleadas migratorias son menos agresivas, menos guerreras que
el pasado, pero pueden llegar a originar situaciones peligrosas
y dramáticas. Éste será, sin duda, un fenómeno
esencial. Y si queremos solucionar este problema, si queremos evitar
la incomprensión, la guerra, el genocidio, es preciso que
preparemos a los pueblos y a las culturas para la única vía
de paz y justicia en nuestro mundo que no es otra que la del mestizaje."
Antes de entrar en la faceta cultural de este fenómeno hay
que hacer una advertencia previa. No todas los migrantes son acogidos
de forma igual en la sociedad receptora. En ocasiones las relaciones
con los migrantes no son, fundamentalmente, un asunto de interculturalidad
sino que se caracterizan, sobretodo, por la explotación de
la pobreza y la vulneración de los más elementales
derechos humanos.
De todas formas, hay que señalar que muchas políticas
publicas sobre la migraciones parten de una concepción de
la cultura que no hace más que convertir en problemas las
relaciones interculturales. Creo que se podrían abordar más
fácilmente si se descartará una concepción
estática y esencialista de la cultura. Tanto las políticas
asimilacionistas, que pretenden disolver las culturas minoritarias
en la dominante, como el multiculturalismo separatista, que propugna
la guetización de las culturas en espacios diferenciados,
ponen el énfasis en la cultura como un fenómeno fijo,
inmutable y esencial. Por el contrario la cultura es un proceso
cambiante, complejo y creativo. Frente a una mentalidad que valora
la pureza, la autenticidad de una cultura, considero que hay que
defender el sincretismo y mestizaje de la mayoría de las
culturas.
Venimos de una sociedad intercultural y vamos hacia un sociedad
intercultural.
Desde una perspectiva esencialista se suele olvidar que en los orígenes
de la mayoría de las culturas está la interculturalidad.
Lo intercultural es lo constitutivo de lo cultural. Es decir que
la interculturalidad no es simplemente un objetivo sino que debe
ser visto como un origen. Este cambio de punto de vista debería
facilitarnos la aproximación a las personas procedentes de
distintas culturas. Por lo que hace referencia a las políticas
públicas ni el asimilacionismo y el multiculturalismo radical
(Sartori 2001) parecen ser la solución. Por el contrario
creo que la aproximación intercultural es mucho más
interesante. A nivel político la base podría ser lo
que Martiniello (1998:102) propone como democracia multicultural
que "supone, pues, un cuerpo de ciudadanos activos con los mismos
derechos y deberes, que comparten el mismo espacio público
y un proyecto democrático común, con respecto a la
ley y a los procedimientos jurídicos y políticos.
Estos ciudadanos pueden tener distintas identidades y prácticas
culturales, tanto privadas como públicas. Estas opciones
de cultura e identidad no afectan a su posición en el orden
social, económico y político." A nivel cultural, como
las prácticas culturales no se reducen al ámbito privado
sino que tienen visibilidad pública, la interculturalidad
será inevitable y cada vez más frecuente. Así
pues se producirán intercambios, mezclas, hibridaciones,
mestizajes.
Como hemos visto, la discusión epistemológica, la
realidad internacional, el cambio demográfico , entre otros
factores, favorecen una aproximación al Otro. Pero no hay
que ser ingenuos y pensar que rápidamente se va a producir
un cambio de mentalidades. La aproximación puede acabar siendo
un choque y ya se están produciendo resistencias, rechazos
y conflictos. Nadie puede garantizar que el camino de la interculturalidad
sea pacífico, pero creo que es el que puede encarar el posible
conflicto de forma más creativa y dialogante.
Frente
a una concepción tranquilizadora de una identidad cultural
esencialista y ya dada desde que nacemos se plantea en la actualidad
la complejidad de las identidades múltiples, diversas, cambiantes
y transversales. En su última obra conjunta Berger y Luckmann
(1997) señalan que la modernidad ha conllevado una nueva
configuración social del sentido que ha abocado a una crisis
única desde un punto de vista histórico. Berger y
Luckmann (1997:45) afirman que "El pluralismo moderno socava ese
‘conocimiento’ dado por supuesto. El mundo, la sociedad, la vida
y la identidad personal son cada vez más problematizados.
Pueden ser objetos de múltiples interpretaciones y cada interpretación
define sus propias perspectivas de acción posible. Ninguna
interpretación, ninguna gama de posibles acciones puede ya
ser aceptada como única, verdadera e incuestionablemente
adecuada." Esto es lo que sucede precisamente en muchas relaciones
interculturales en las que no se puede dar por supuesto que se comparten
las mismas visiones de la realidad. Es lógico que esta circunstancia
nos angustie. Todo cambio profundo perturba nuestras tranquilas
seguridades y nos obliga a repensarnos, pero éste es el futuro.
El destino del ser humano es participar en los procesos sociales
que se van produciendo y de los que él forma parte. Es cierto
que la complejidad de las relaciones interculturales nos desorienta
e incluso nos atemoriza, pero por muy difícil que sea la
comunicación intercultural (Rodrigo 1999), en la actualidad,
es inevitable. Por ello debemos estudiar y reflexionar sobre esta
complejidad.
Esto nos debe llevar a una posición crítica de apertura
y de cuestionamiento. Es posible que estemos en una situación
de crisis, pero quizás se trata de una crisis de crecimiento
hacia la humanización.
Bibliografía
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Barcelona: Gedisa.
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Barcelona: Anthropos.
SARTORI, Giovanni (2001) La sociedad multiétnica. Pluralismo,
multiculturalismo y extranjeros. Madrid: Taurus.
E-mail: Miquel.Rodrigo@uab.es
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