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La comunicación que vamos a iniciar a través
de Internet con nuestros amigos de Alemania, nos coloca en una tónica de
acercamiento y cordialidad, que más allá de la realidad virtual,
nos acerca a nuestras dimensiones humanas, para compartir las diferentes percepciones
y visiones en torno a la vida, así como también nuestros anhelos
por hacer de nuestra existencia, una experiencia de plenitud humana y espiritual.
El título de este corto mensaje se refiere
a dos temas enteramente relacionados entre sí. De un lado, la CREACIÓN,
es motivo de estudio de la teología y hace referencia al momento en que
Dios produjo de la nada la materia, de la cual están compuestas todas las
cosas relacionadas con la creación visible. Y aunque la creación,
puede tener sentidos distintos, cuando hablamos de la creación, ha de entenderse
como un término técnico en teología y en filosofía
cristianas, para indicar una acción divina característica, en la
que se produce todo ser sin que haya materia o forma anteriores. Crear, es pues,
hacer algo a partir de la nada, “ex nihilo”, como se dice en el lenguaje latino.
Esta actitud creadora de Dios, la podemos evidenciar
desde una teología de la creación que aparece en el A.T., donde
“la relación hombre - naturaleza, se entiende desde la relación
creador - creatura, donde el hombre es un ser creado y la naturaleza con todos
los seres y las cosas que hay en ella, son también creados. Dios aparece,
como el gran Señor, libremente creador del ser humano y de los demás
seres mundanos” (Merino, J.A., 1994). Y en toda esta obra creadora, subyace la
bondad, no sólo para el hombre, sino también para todas las creaturas.
“Y esta bondad de la naturaleza y de lo que hay en ella, es una propiedad que
viene de su creador” (Merino, J.A., 1994).
De otro lado, LA ECOLOGÍA, como paradigma
nuevo, nos invita al acercamiento, a una forma de ordenamiento de toda la dinámica
relacional del hombre consigo mismo, con el entorno de la naturaleza y con la
trascendencia en el cosmos; es como dice Leonardo Boff, “Una nueva alianza con
la creación, alianza de veneración y de fraternidad” (Boff, L. 1997).
A este nivel, creo que una profunda sensibilidad
ecológica, sólo puede surgir de la inmensidad del alma, de su profundidad,
que se nutre de una verdadera conciencia comunitaria, y de una vincularidad y
certidumbre que surja desde el corazón humano y se haga manifiesta en la
forma de relacionarse con la naturaleza. Y también creo, que es una simple
idea: si no amamos las cosas en su singularidad, tampoco podemos amar al mundo,
que este solo existe en las cosas individuales. Es algo así, como si cuidar
el mundo, fuese una forma de cuidar el alma, que reside tanto en la naturaleza,
como en los seres humanos.
Cabe recordar que en la palabra Ecología,
está contenida la OIKOS, que significa “Hogar”. Desde el punto de vista
del alma, “la ecología, no es la ciencia de la tierra, sino la ciencia
del hogar; tiene que ver con el cultivo de un sentimiento de lo hogareño,
allí donde estemos, en cualquier contexto” (Moore, T. 1992). Creo que es
de mucha importancia, el considerar que las cosas del mundo, también forman
parte de nuestro entorno hogareño, de tal manera, que “una ecología
llena de alma, nace del sentimiento de que este mundo es nuestro hogar y que nuestra
responsabilidad hacia él, no proviene de la obligación, ni de la
lógica, sino de un verdadero afecto” (Moore. T. 1992).
Los invito desde acá, desde Colombia, a
que continuemos vinculados con mucho afecto y profunda sensibilidad no sólo
con nuestras cosas y con el mundo que nos rodea, sino también con una profunda
percepción y conciencia de que nuestro mundo es como un hogar que se caracteriza
ante todo, por su cercanía, cuidado y familiaridad. Que se refleje en la
naturaleza y en nuestras relaciones con los seres humanos, la continuidad en la
creación de verdaderos lazos de comunión y participación,
para hacer de nuestra realidad natural, biológica y social, un espacio
de crecimiento y verdadero sentido de pertenencia y responsabilidad con “esta
aldea Global”, en la “la cual vivimos, nos movemos y existimos” como bien lo captó
San Pablo, cuando escuchó a algún filósofo griego, en una
de sus incursiones por la Ciudad de la Razón.
BIBLIOGRAFÍA
- BOFF, Leonardo: (1997) Ecología.
Edit. Trotta.
- MERINO, José Antonio:
(1994) De la crisis ecológica a la paz con la naturaleza. CPVC Madrid.
MOORE. Thomas: (1998) El cuidado
del alma. Bogotá. Edit. Urano bolsillo Bogotá.
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