La mayor parte de los seres humanos, como manifestación
de su dimensión ontológica, tiene una relación con un ser
trascendente. En Colombia, según investigación publicada por El
Tiempo el 8 de Abril del 2001, el 99,6% de los encuestados dice que cree en Dios.
Sin embargo, como practicantes sólo se consideran el 32%.
Las creencias religiosas han unido y separado
a los seres humanos a lo largo de la historia en las diversas civilizaciones del
planeta tierra. Mientras no haya un acercamiento y un diálogo de aceptación
mutua entre los distintos credos religiosos, no puede hablarse de una paz mundial.
De hecho, hoy se siguen librando guerras y conflictos que tienen una raíz
político - religiosa.
Si se cree en un Dios, con distintas denominaciones
y concepciones, ¿qué sentido tiene aferrarse a la propia visión,
ignorando o despreciando la visión del otro?.
¿Por qué no fomentar los aspectos
de convergencia o unión de esas concepciones, en lugar de profundizar en
lo que las divide?.
Es esta una pregunta que urge de una respuesta
de compromiso en acciones concretas. Ante esto, es peor no hacer nada por temor
que cometer un error en el intento. Un mensaje de salvación para el mundo
rompe el círculo estrecho nacional y se hace global.
La difusión de las religiones es un real
movimiento de globalización en nuestro mundo, la cual arraigada en la propia
cultura, entra en redes con otras culturas diversas.
El movimiento ecuménico será entonces
un campo de aprendizaje de una sociedad global en el proceso hacia la paz, la
justicia y conservación de la creación, es decir, una búsqueda
de consensos mundiales.
A nivel mundial se están gestando procesos
de diálogo entre diversas religiones y se han logrado acercamientos significativos.
Es tarea de todos en su vivencia cotidiana propender
por el respeto y la tolerancia en la realidad pluri-religiosa de los contextos
geográficos y culturales.
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